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Partitura emblemática en la historia del cine en general y del género del terror en particular. Cuando Hitchcock acabó de rodar esta película, se mostró insatisfecho con el resultado y decidió cortar su duración a una hora para emitirla como un especial televisivo, pero el compositor le sugirió que se tomase unas vacaciones mientras él componía la música, a lo que el director accedió. Cuando vió la película con la música, decidió estrenarla y resultó ser su mayor éxito comercial.Mientras la película avanza de forma pausada, la banda sonora crea una atmósfera opresiva y angustiante, que avisa de que algo terrible va a suceder. Un ejemplo es el frenesí de la música que suena en los créditos iniciales: lo que sigue son melodías tensas pero apaciguadas... hasta la secuencia en la que Marion Crane huye en coche con el dinero robado. En ese momento vuelve a sonar el tema de los créditos, pero más acentuadamente. Es cuando se avisa al espectador de que ya falta muy poco para que suceda aquello tan terrible que ha de pasar.Para la mítica secuencia del asesinato en la ducha (que Hitchcock, en principio, quería dejar sin música), se acompañan las puñaladas con chirriantes violines y el efecto es notorio, dando lugar a distintas interpretaciones: unos lo atribuyeron a la onomatopeya de los pájaros disecados; otros, al sonido del cuchillo atravesando la carne; y hubo quienes lo entendieron como desesperados gritos de dolor. El compositor definió sus intenciones con una sola palabra: Terror.En realidad, el truco de esa secuencia es mucho más sencillo, por ello más genial: Marion Crane recibe nueve puñaladas; Herrmann le propina al espectador un total de cincuenta. En el contraste en la percepción visual y la impresión emocional está la clave de ese caótico momento.
Reseña extraida de: http://www.mundobso.com/es/verbandasonora.php?id=433
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