Lyre, Lyre, Hearts On Fire es un álbum tan atípico como el episodio que le dio origen. Si bien aquel capítulo se puede catalogar como “musical”, la estructura es completamente distinta de la de Bitter Suite. Se trata de un conjunto de canciones pop adaptadas a una historia delirante, que tampoco en nada se parece a otras comedias de la serie.
Y permítaseme hacer una digresión antes de proceder a comentar este volumen:
La primera vez que vi Lyre, Lyre... me pareció uno de los peores episodios, en parte quizá porque doblaron pobremente al español las letras de temas que eran muy familiares en sus versiones originales; pero también porque hicieron una mezcolanza de elementos argumentales sin ton ni son: el acento francés (que en realidad era español) de Jace, un hermano gay de Joxer que apenas había sido aludido en The King Of Assassins, la desesperación de Cyrene en conseguirle un candidato a Xena, la obsesión de Draco por Gabrielle, una tribu de amazonas que nunca antes habíamos visto y jamás volvimos a ver, y en el medio de todo eso un concurso de bandas (???), que fue la excusa para ponerse los trajes de luces y salir al escenario a cantar y bailar.
La primera evidencia de que los productores estuvieron fumando demasiado.Fue necesaria una segunda mirada (y me atrevo a decir que una tercera) para juzgar más en frío la razón de ser de ese episodio tan desubicado, por supuesto luego de predisponerme a desterrar toda clase de prejuicio que pudiera llegar a guardar. Y allí finalmente comencé a comprender la intención de los realizadores: la idea era simplemente ponerse jocosos, así porque sí, tomarse una licencia (entre tantas otras) y hacer del centésimo capítulo una fiesta, en la que nada les importaba más que hacer payasadas gratuitas y divertirse como si fuera el último día de sus vidas.
Una vez que me quedó claro el tono en que fue formulado el episodio, recién ahí pude disfrutarlo. Y una razón vital también fue el disco en sí mismo: los arreglos son impecables, las voces son muy buenas, y las adaptaciones de algunos de los temas son ocurrentes y acertadas para la trama del capítulo. Y de yapa vienen incluidas seis piezas pertenecientes a otros episodios, algunas de ellas imprescindibles.
Cabe destacar que las canciones no aparecen en el orden en que las escuchamos en Lyre, Lyre, Hearts On Fire, aún no entendemos por qué motivo.
Inaugura el disco Sisters Are Doin’ It, una canción popularizada por Aretha Franklin y Annie Lennox, de los Eurythmics. Mientras que la original era más rítmica, más dance, ésta es acompasada (para complementar apropiadamente la coreografía), con menor cantidad de instrumentos y una base cercana al funk. Gillian Iliana Waters, quien interpretó a la amazona Amoria, se luce en su intervención, y Lucy Lawless hace un digno trabajo con su parte.
Gaby tras las rejas.La segunda es im-pre-sio-nan-te. Dancin’ In The Moonlight hasta roza los límites de lo grasa, con ese comienzo de sonidos artificiales, la melodía hawaiiana pegadiza y ese ritmo contagioso que sin esfuerzo conjura a saltar y bailar, resultando tan desinhibido como el mismo Jace. El acento gallego de Ted Raimi es un espectáculo.
We Can Work It Out es una colada (fue descartada de Lyre, Lyre...), pero es una suerte que la hayan incluido porque se trata de una preciosa reverencia al clásico de Los Beatles. Esta versión es bien ochentosa, y aquí la voz de Lucy Lawless brilla en todo su esplendor. Susan Wood suena mucho más parecida a Reneé O'Connor que lo que demostró en The Bitter Suite, aunque se acordó un poco tarde. Uno de los highlights del disco.
Gettin’ Ready es el toque Broadway del álbum: un tema absolutamente simpático, que provoca instintivamente el golpeteo del pie en el suelo, y una sonrisa satisfecha gracias al tono alegre y vivaz que nos transporta a una tierra colorida en donde la vida es bella y todos cantan y bailan como en una comedia musical. El ritmo de jazz al comienzo, el homenaje a Elvis hacia el final y ese desafinado Alabardus son pinceladas memorables en una canción festiva que originalmente perteneció a la obra Bye Bye Birdie (del mismo autor de Annie). La letra fue reescrita por dos guionistas de la serie, Adam Armus y Nora Kay Foster, y aquí podemos oír a la misma Reneé O’Connor cantar (está bien: recitar) sus líneas.
No Talent To Find es un disparate total, pero si se lo toma con cariño termina resultando gracioso: parece un grupo de borrachos golpeando tachos de basura y soplando cornetas de cotillón en la peor de sus noches.
Mamá Rock.Spurned es un interludio rockero, con riffs de guitarra, que prepara el clima para el segundo gran número (en el capítulo) de Draco: Kick Out The Jams, un tema heavy que hicieran allá por 1969 los MC5. Jay Laga’aia la tiene súper clara y bien podría formar su propia banda de hard rock.
People Got To Be Free es el tema final de Lyre, Lyre, Hearts On Fire. En este caso una versión más bailable y electrónica que la original de Los Rascals, de fines de los ‘60. Ted Raimi le pone voz a Jace y a Joxer, Susan Wood de nuevo a Gabrielle y Lucy tiene su parte antes de que se unan todos a la fiesta poniéndole broche de oro a una escena muy jaranera y optimista.
Throwing Kisses es el segundo interludio del disco: una pieza de sonidos modernosos que abre el terreno a Always Something There To Remind Me, una canción hilarante si se tiene en cuenta el estilo de la versión original de Lou Johnson (1964). Mientras que ésta era suave y “rosa”, la de Draco es seductora con el susurro en los versos y el puente, y estruendosa y potente en el estribillo.
Xena Feeds Back es el leitmotiv de Xena en un riff de guitarra, y da pie para esa ridiculez atómica que es Xena Rap: un rap hardcore del que Lucy Lawless no sale demasiado airosa. En cambio, Jay Laga’aia demuestra tener mucha pasta para el rock duro. El tema en sí encaja bien en la escena del episodio y con unas cuantas pasadas se hace querer.
Draco no puede dejar de querer a Gabrielle.At Long Last Lyre es la obertura del capítulo, una melodía que intenta reflejar ese aura extraña y misteriosa con que envolvieron la primera escena. Enseguida se larga War, una canción cuya versión más conocida le pertenece a Edwin Starr, con ritmos más funk y “soul setentoso”, que los electrónicos de esta interpretación. Lucy aparece un poco floja en este tema, Reneé y Ted tienen dos líneas y la mejor parte se la lleva Gillian Iliana Waters (Amoria).
De aquí en más tiene lugar el repertorio de piezas incidentales, aunque en este caso todas presentan algún giro más cercano a la canción popular que al score fílmico. Tara’s Dance es la primera, y es una mezcla de sonidos árabes e hindúes con tema pop y letra en inglés. Hacia la mitad se torna un tanto new age con la base rítmica y los sintetizadores, y la melodía casi “serpenteante”, si así se la puede denominar, la convierte en una de las canciones más sensuales de la serie.
Chertomlik Dance Party es una mezcla furiosa de golpes, sonidos, voces y ruidos, pero el resultado es muy atrayente y le sienta bien a un episodio híbrido como fue Life Blood.
Grieving Dance es la mejor del álbum y una de las más hermosas de toda la colección. Es muy new age, no sólo en el ritmo y en la vocalización, sino también en los instrumentos utilizados. La melodía es cautivadora, en cierto modo sugerente de una experiencia amarga, pero dotada de una belleza y una esencia fortalecedora increíbles. Si recordamos la escena en la cual la escuchamos por primera vez, la cremación de Ephiny en Endgame mientras en ese inolvidable abrazo de nuestras heroínas se entremezclaban infinito amor y profunda congoja, es difícil que no nos sintamos conmovidos. Evoquen también el final de Dangerous Prey, en el cual se escucha esta canción pero con un arreglo diferente, sin la base rítmica, en un tempo levemente acelerado y con el acento puesto en la melodía vocal, esta vez reemplazada por una flauta. Una joya.
Meditation corresponde al episodio Paradise Found, pero esta pieza posee una base rítmica muy electrónica, ausente en la versión televisada y de tintes new age. Gracias a los cánticos hindúes el tema es en partes iguales estremecedor y sedante.
Oportuna interrupción a un flirteo culinario.Honey And Wine tiene una carga de voluptuosidad indescriptible: los ritmos son provocativos, el canto femenino es muy insinuante, y la presencia del kaval y las cuerdas en perfecta proporción le otorgan un aire relajante y propicio para dar rienda suelta a las fantasías. Esta canción fue pensada originalmente para ilustrar la escena de “seducción alimenticia” entre Xena y Marco Antonio, que luego fue musicalizada con el tema pop de Natalie Merchant, Carnival (muy erótico y adecuado, por cierto). Y si prestan atención, cuando esta melodía se atenúa, pueden escucharse los últimos acordes de Honey And Wine.
Amazon Dance Party es la versión extendida de la canción de las amazonas que van a la cancha (perdón, de Gabby Dance), que usaran en el final de Life Blood. Más de lo mismo con una pequeña variación.
Como hemos comenzado diciendo, Lyre, Lyre, Hearts On Fire es un disco atípico. Incluye las canciones más pop de algunas escenas recordadas (de la cuarta y la quinta temporada), y la banda de sonido del episodio homónimo que resultó ser uno de los más extravagantes en la historia de la serie. El producto final es un conjunto de temas que se disfruta enormemente si nos disponemos a escucharlo con la mente bien abierta y los prejuicios sepultados en lo más hondo de nuestras pretensiones.
Reseña extraida de: http://www.argenxena.com.ar
Y permítaseme hacer una digresión antes de proceder a comentar este volumen:
La primera vez que vi Lyre, Lyre... me pareció uno de los peores episodios, en parte quizá porque doblaron pobremente al español las letras de temas que eran muy familiares en sus versiones originales; pero también porque hicieron una mezcolanza de elementos argumentales sin ton ni son: el acento francés (que en realidad era español) de Jace, un hermano gay de Joxer que apenas había sido aludido en The King Of Assassins, la desesperación de Cyrene en conseguirle un candidato a Xena, la obsesión de Draco por Gabrielle, una tribu de amazonas que nunca antes habíamos visto y jamás volvimos a ver, y en el medio de todo eso un concurso de bandas (???), que fue la excusa para ponerse los trajes de luces y salir al escenario a cantar y bailar.
La primera evidencia de que los productores estuvieron fumando demasiado.Fue necesaria una segunda mirada (y me atrevo a decir que una tercera) para juzgar más en frío la razón de ser de ese episodio tan desubicado, por supuesto luego de predisponerme a desterrar toda clase de prejuicio que pudiera llegar a guardar. Y allí finalmente comencé a comprender la intención de los realizadores: la idea era simplemente ponerse jocosos, así porque sí, tomarse una licencia (entre tantas otras) y hacer del centésimo capítulo una fiesta, en la que nada les importaba más que hacer payasadas gratuitas y divertirse como si fuera el último día de sus vidas.
Una vez que me quedó claro el tono en que fue formulado el episodio, recién ahí pude disfrutarlo. Y una razón vital también fue el disco en sí mismo: los arreglos son impecables, las voces son muy buenas, y las adaptaciones de algunos de los temas son ocurrentes y acertadas para la trama del capítulo. Y de yapa vienen incluidas seis piezas pertenecientes a otros episodios, algunas de ellas imprescindibles.
Cabe destacar que las canciones no aparecen en el orden en que las escuchamos en Lyre, Lyre, Hearts On Fire, aún no entendemos por qué motivo.
Inaugura el disco Sisters Are Doin’ It, una canción popularizada por Aretha Franklin y Annie Lennox, de los Eurythmics. Mientras que la original era más rítmica, más dance, ésta es acompasada (para complementar apropiadamente la coreografía), con menor cantidad de instrumentos y una base cercana al funk. Gillian Iliana Waters, quien interpretó a la amazona Amoria, se luce en su intervención, y Lucy Lawless hace un digno trabajo con su parte.
Gaby tras las rejas.La segunda es im-pre-sio-nan-te. Dancin’ In The Moonlight hasta roza los límites de lo grasa, con ese comienzo de sonidos artificiales, la melodía hawaiiana pegadiza y ese ritmo contagioso que sin esfuerzo conjura a saltar y bailar, resultando tan desinhibido como el mismo Jace. El acento gallego de Ted Raimi es un espectáculo.
We Can Work It Out es una colada (fue descartada de Lyre, Lyre...), pero es una suerte que la hayan incluido porque se trata de una preciosa reverencia al clásico de Los Beatles. Esta versión es bien ochentosa, y aquí la voz de Lucy Lawless brilla en todo su esplendor. Susan Wood suena mucho más parecida a Reneé O'Connor que lo que demostró en The Bitter Suite, aunque se acordó un poco tarde. Uno de los highlights del disco.
Gettin’ Ready es el toque Broadway del álbum: un tema absolutamente simpático, que provoca instintivamente el golpeteo del pie en el suelo, y una sonrisa satisfecha gracias al tono alegre y vivaz que nos transporta a una tierra colorida en donde la vida es bella y todos cantan y bailan como en una comedia musical. El ritmo de jazz al comienzo, el homenaje a Elvis hacia el final y ese desafinado Alabardus son pinceladas memorables en una canción festiva que originalmente perteneció a la obra Bye Bye Birdie (del mismo autor de Annie). La letra fue reescrita por dos guionistas de la serie, Adam Armus y Nora Kay Foster, y aquí podemos oír a la misma Reneé O’Connor cantar (está bien: recitar) sus líneas.
No Talent To Find es un disparate total, pero si se lo toma con cariño termina resultando gracioso: parece un grupo de borrachos golpeando tachos de basura y soplando cornetas de cotillón en la peor de sus noches.
Mamá Rock.Spurned es un interludio rockero, con riffs de guitarra, que prepara el clima para el segundo gran número (en el capítulo) de Draco: Kick Out The Jams, un tema heavy que hicieran allá por 1969 los MC5. Jay Laga’aia la tiene súper clara y bien podría formar su propia banda de hard rock.
People Got To Be Free es el tema final de Lyre, Lyre, Hearts On Fire. En este caso una versión más bailable y electrónica que la original de Los Rascals, de fines de los ‘60. Ted Raimi le pone voz a Jace y a Joxer, Susan Wood de nuevo a Gabrielle y Lucy tiene su parte antes de que se unan todos a la fiesta poniéndole broche de oro a una escena muy jaranera y optimista.
Throwing Kisses es el segundo interludio del disco: una pieza de sonidos modernosos que abre el terreno a Always Something There To Remind Me, una canción hilarante si se tiene en cuenta el estilo de la versión original de Lou Johnson (1964). Mientras que ésta era suave y “rosa”, la de Draco es seductora con el susurro en los versos y el puente, y estruendosa y potente en el estribillo.
Xena Feeds Back es el leitmotiv de Xena en un riff de guitarra, y da pie para esa ridiculez atómica que es Xena Rap: un rap hardcore del que Lucy Lawless no sale demasiado airosa. En cambio, Jay Laga’aia demuestra tener mucha pasta para el rock duro. El tema en sí encaja bien en la escena del episodio y con unas cuantas pasadas se hace querer.
Draco no puede dejar de querer a Gabrielle.At Long Last Lyre es la obertura del capítulo, una melodía que intenta reflejar ese aura extraña y misteriosa con que envolvieron la primera escena. Enseguida se larga War, una canción cuya versión más conocida le pertenece a Edwin Starr, con ritmos más funk y “soul setentoso”, que los electrónicos de esta interpretación. Lucy aparece un poco floja en este tema, Reneé y Ted tienen dos líneas y la mejor parte se la lleva Gillian Iliana Waters (Amoria).
De aquí en más tiene lugar el repertorio de piezas incidentales, aunque en este caso todas presentan algún giro más cercano a la canción popular que al score fílmico. Tara’s Dance es la primera, y es una mezcla de sonidos árabes e hindúes con tema pop y letra en inglés. Hacia la mitad se torna un tanto new age con la base rítmica y los sintetizadores, y la melodía casi “serpenteante”, si así se la puede denominar, la convierte en una de las canciones más sensuales de la serie.
Chertomlik Dance Party es una mezcla furiosa de golpes, sonidos, voces y ruidos, pero el resultado es muy atrayente y le sienta bien a un episodio híbrido como fue Life Blood.
Grieving Dance es la mejor del álbum y una de las más hermosas de toda la colección. Es muy new age, no sólo en el ritmo y en la vocalización, sino también en los instrumentos utilizados. La melodía es cautivadora, en cierto modo sugerente de una experiencia amarga, pero dotada de una belleza y una esencia fortalecedora increíbles. Si recordamos la escena en la cual la escuchamos por primera vez, la cremación de Ephiny en Endgame mientras en ese inolvidable abrazo de nuestras heroínas se entremezclaban infinito amor y profunda congoja, es difícil que no nos sintamos conmovidos. Evoquen también el final de Dangerous Prey, en el cual se escucha esta canción pero con un arreglo diferente, sin la base rítmica, en un tempo levemente acelerado y con el acento puesto en la melodía vocal, esta vez reemplazada por una flauta. Una joya.
Meditation corresponde al episodio Paradise Found, pero esta pieza posee una base rítmica muy electrónica, ausente en la versión televisada y de tintes new age. Gracias a los cánticos hindúes el tema es en partes iguales estremecedor y sedante.
Oportuna interrupción a un flirteo culinario.Honey And Wine tiene una carga de voluptuosidad indescriptible: los ritmos son provocativos, el canto femenino es muy insinuante, y la presencia del kaval y las cuerdas en perfecta proporción le otorgan un aire relajante y propicio para dar rienda suelta a las fantasías. Esta canción fue pensada originalmente para ilustrar la escena de “seducción alimenticia” entre Xena y Marco Antonio, que luego fue musicalizada con el tema pop de Natalie Merchant, Carnival (muy erótico y adecuado, por cierto). Y si prestan atención, cuando esta melodía se atenúa, pueden escucharse los últimos acordes de Honey And Wine.
Amazon Dance Party es la versión extendida de la canción de las amazonas que van a la cancha (perdón, de Gabby Dance), que usaran en el final de Life Blood. Más de lo mismo con una pequeña variación.
Como hemos comenzado diciendo, Lyre, Lyre, Hearts On Fire es un disco atípico. Incluye las canciones más pop de algunas escenas recordadas (de la cuarta y la quinta temporada), y la banda de sonido del episodio homónimo que resultó ser uno de los más extravagantes en la historia de la serie. El producto final es un conjunto de temas que se disfruta enormemente si nos disponemos a escucharlo con la mente bien abierta y los prejuicios sepultados en lo más hondo de nuestras pretensiones.
Reseña extraida de: http://www.argenxena.com.ar
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